Por definición son complejos, en tanto que el análisis corre el riesgo de perder su esencia destruyendo la labor sintética que la anatomía incluye a través de constructos complejos.

Tenía 21 años cuando después de deliberar un tiempo, creí llegar a una especie de epifanía ante la súbita realización de que la maldad en el mundo era propiciada, o creada por no otra cosa que una mala educación.

Erich Fromm

En aquel entonces mi terapeuta era el Dr. José Díaz y Díaz, quién fuera uno de los discípulos de Erich Fromm, el gran psicoanalista alemán, durante los años que radicó en México.

Su respuesta fue una carcajada discreta pero franca y su alocución breve,
“La maldad existe y la educación no la modifica”.

Ahora, años después, y habiendo abrevado sobre ese complejo tema, descrito, seguramente por muchos otros, pero sistematizado por una nueva y revolucionaria semántica creada por Fromm, me di a la tarea de estudiarla.

A lo largo de su vida, Fromm intentó explicar la destructividad humana.

Amén de otros conceptos cómo el narcisismo grupal, el amor, y el sentido que a la vida dan Oriente y Occidente.

Hablando de destructividad, describió una triada sintomática a la que denominó:

“Síndrome de Decadencia”, en oposición a su contraparte, “Síndrome de Crecimiento”, y que por el momento queda fuera de éste escrito.

NARCISISMO MALIGNO

Este Síndrome de Decadencia estaría conformado entonces por:

(Equivalente al yo ideal Freudiano, de “regresar” al útero).

Consistente en el constante rechazo a todo lo que no sea otra cosa que saberse amado e idealizado incondicionalmente y que por definición conlleva inacabables reclamos por no ser “comprendido”.

Siendo de ese tamaño las demandas de amor con tintes abiertamente delirantes (personalidades fronterizas).

Y por otro lado la certeza de superioridad, así, nada más, por el solo hecho de existir.

NECROFILIA

(Metáfora tomada de la perversión de la sexualidad de copular con cadáveres) consistente en el amor a objetos desvitalizados como armas, o máquinas o la ausencia de vida que tener poder por el poder mismo conlleva.

Sin interés por la naturaleza humana, y una total carencia de empatía siendo éste espacio donde las personalidades psicopáticas navegan.

LIGAS INCESTUOSAS CON LA MADRE.

En referencia a la clara falta de diferenciación de un ego maduro, y que, en contraposición, únicamente logra ser al estar fusionado con un alter ego rabioso y destructivo, proveniente de la madre ansiógena, a la cual se encuentra atado y a quien odia por su inacabable poder castrador.

Así para el psicoanálisis culturalista existe una circularidad de aproximación dónde el inconsciente Freudiano tiene repercusiones sociales y viceversa.

Dónde la sociedad y la cultura pueden penetrar y modificar la psique más allá de la interacción con la madre destructiva, generalmente ausente por omisión, más que por comisión.

En la Alemania Nazi éstas ligas incestuosas eran reiteradas continuamente por conceptos de raza y destino centrados en ser uno con la Nación Aria.

Inicialmente parecía centrarse en el amor de patria pero en la realidad era el preparativo grupal para la violencia genocida.

¿Estructura y sentido? si, pero únicamente fusionándose con la identidad grupal.

¿Aniquilación y olvido?, por supuesto, ante quien aspire a la libertad o la individuación.

Anatomía de la destructividad

Pues bien, en ésta anatomía de la destructividad se asienta la maldad.

Sin embargo aún faltan elementos para poder darle el calificativo de maldad a ésta, no dejando así el vocablo nadando en las peligrosas aguas de la adjetivación.

Melanie Klein, la egregia psicoanalista británica, centró una parte importante de su interés en lo que denominó un yo primitivo.

Durante el primer año de vida del niño, y que en esencia recoge las características de lo que los grandes estudiosos posteriores denominaron como el self (sí mismo).

Definido por ella como un conjunto de sensaciones, ansiedades y objetos concretos no simbolizables aún, desestructurados, pues todavía no existe un alguien, es decir un yo.

Al ser mal incorporados por su intensa carga generadora de ansiedad provocan un irresistible rechazo.

Consistente en vivencias de aniquilación y un proto odio, que posteriormente se transformará en odio objetal, definido como una profunda aversión a alguien y el intenso deseo de dañarlo y destruirlo.

Por medio de los mecanismos de introyección, proyección, y posterior demonización del objeto externo, se le necesita, pero no se le puede tener porque aniquila.

Así, Klein nos brinda con claridad una aproximación inferencial a una psicología pre yoica.

Centrado en el anterior concepto, define la envidia cómo el deseo de apropiarse de los bienes o logros del otro, destruyendo a ése otro en el proceso, fantaseando que al obtener por medio del robo, o la exacción, por ejemplo, el ansiado “convertirse” en él.

Sin lograrlo, el sujeto destructivo queda cada vez más cercano a una tabula rasa.

Es decir una intolerable sensación de ser nada, y dónde por el mecanismo de defensa de la “formación reactiva”, concepto creado y descrito por Ana Freud, se convierte así en su opuesto.

(Fantasía sobrecompensadora),es decir una psicosis basada en una grandiosidad mesiánica con la certeza de un destino centrado en una convicción delirante de omnipotencia y que permea todo el actuar del sujeto.

Después de la psiccoterapia con el Dr. Díaz, quedé enganchado (cómo uno de mis temas favoritos) a el poder llegar a entender la destructividad.

Situación que me hizo adentrarme en la deshumanización de las guerras, por ejemplo, dónde las peores atrocidades se cometen al cosificar al otro.

Así, en la anatomía de la maldad agregamos la envidia cómo motor de destrucción, por parte de egos profundamente alterados.

Queda por definir, para poder hablar de maldad otro elemento y éste sería la intencionalidad de destruir y que por definición incluirá una estrategia o estrategias.

Anatomía de la maldad

Una vez reconociéndose intolerablemente insignificante, el sujeto decide un plan de dominio destinado a destruir al otro (s) y sus logros a través no de un ataque frontal.

Pues puede quedar destinado al fracaso al enfrentar una contraparte eternamente vivenciada como más poderosa y que le dejaría a la suerte de ésta. ( además, en su fantasía no existe el perdón, “odio, con odio se paga”).

De ahí la necesidad de una estrategia.

Cómo el perder la batalla no es opción, el individuo destructivo echará mano de, hacia adentro, la certeza delirante de su grandiosidad-mesianismo, y hacia afuera la estigmatización y descrédito contínuos a los objetos odiados.

Ganará entonces adeptos a través de una bien lograda demagogia maniqueista;

Los buenos contra los malos, los puros contra los impuros, los corruptos contra los no corruptos, y a través de éstos librará una batalla a muerte con los sujetos que pudieran hacerle sentir al final de cuentas lo que él es.

Un conjunto de vivencias intolerables de envidia, impotencia, soledad, carencia de metas y propósitos, es decir, un Don Nadie. Anatomía

Esto a su vez aderezado por un odio intenso, eterno, que no es otra cosa que el odio a sí mismo proyectado dentro de la grandiosidad psicótica, a todo aquello que no sea él.
Es ahí donde la maldad encuentra su asiento.

Ejemplos en la historia hay muchos, pero quién nos ocupa ahora tiene nombre:
Andrés Manuel López Obrador.

Escrito por: Dr. José Novoa

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